Fue el amor un tupido velo
de incienso incandescente,
embriagador aroma de vino y miel
que la pasión devoró
y el tiempo lánguido
marchitó en su celo.
Fue cáliz sagrado en mi boca,
brindis de vinagre y hiel,
dulce veneno que nos deslabonó;
desliz desmesurado de la conciencia
donde la razón confundida estorba,
la palabra se hace verso perenne,
y el poema, el último consuelo.
LA SUERTE ESTA ECHADA
Hace 15 años
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