01 noviembre, 2008

Paisajes del alma

Una bruma en la profundidad del mar
oscila ante el vaivén de las olas;
un horizonte en la desgastadas montañas,
inválido, permanece quieto, calmo;
una brisa en el incorpóreo aire
navega vacilante el infinito;
un amanecer anhelado de un mañana,
clemente con mis años rotos.
Un soliloquio soslaya un pasado,
inquietante, lleno de amargura,
insípido sabor de la vida.
Una solitaria sombra pétrea cual mohai misterioso,
dirige su mirada al fondo,
al principio del final de la nada.

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